Los viajeros de corazón muchas veces nos habremos preguntado ¿por qué viajamos? ¿Qué buscamos? ¿Qué nos mueve? Son preguntas con difícil respuesta, casi tanto como ¿qué hacemos en este mundo?
No sé realmente qué buscan todos al viajar, pero yo por lo menos intento darle a mis aventuras un enfoque especial.
Hay puntos importantes que me gusta tener en cuenta en el momento de partir, para así dejar mi huella en este mundo que poco a poco está reclamando por su destrucción y pide a gritos socorro.
¿Qué busco en mis viajes?
1. Hacerlo trascendente, que deje una huella, no solo en MÍ corazón, sino que en el corazón de los demás.
2. Lograr algo… ¿Qué? Eso se ve en el camino, pero no algo para mí, algo que sirva a alguien, al mundo, ya que cada persona es un mundo diferente, por lo que si ayudas a alguien, estás cambiando al mundo, a su mundo, ya que hay tantas realidades como cabezas en esta tierra. Si aportas tu granito de arena este se puede convertir en una playa. Una sola persona no puede cambiar al Gran planeta Tierra, pero sí el mundo paralelo del que necesita tu ayuda mientras camina a tu lado.
3. Aprender más allá de lo que se lee, más allá de lo que se ve. Adentrarse con la gente oriunda, sentirlos y aprender de ellos para así entender lo hermoso que son nuestros inicios, lo esencial, el cómo fueron creciendo estas culturas y qué es lo que podemos hacer para mantener tan hermoso legado, que por la globalización poco a poco van muriendo, se va acabando, ya nada va a quedar para nuestros nietos descubrir, por lo mismo, tratemos nosotros de interiorizarlo para después poder difundirlo y hacer algo por ello.
4. Para mí la idea no es estar mucho con otros turistas, no digo que sea malo ni que no lo hagan, pero la idea es compartir, aprender y que aprendan de ti, personas que su mundo se reduce al momento en el que están, que sus recursos se limitan a creer todo lo que les dicen y no a entender lo que está pasando y asimilarlo de una forma personalizada. Hacerle ver que hay gente en el mundo que se interesa en ellos y quiere lograr un cambio… de nuevo ¿Qué cambio? Tampoco sé y creo que nadie lo tiene claro.
Pero hay una frase que da vuelta en mi cabeza… “Caminante, no hay camino, se hace el camino al andar”. Dejo con ustedes un pequeño “algo” que escribí sobre las cosas simples de la vida que muchas veces dejamos pasar indiferentes.
¿Qué pasaría si las cosas mas simples de la vida desaparecieran?
Si el viento ya no moviera nuestro pelo…
Si no viéramos formas en las nubes…
Si las flores no miraran hacia el sol y perdieran su color…
Si las aves no cantaran y las ranas no croaran…
Si las mariposas no tuvieran su color…
Si la cultura perdiera su valor…
Si perdiéramos el sentido de los besos…
Si perdemos el olor de nuestra esencia…
Si no camináramos descalzos por la arena…
Si el mar perdiera su sabor…
Si no oyéramos la lluvia al caer, el crujir del otoño, el murmullo del amanecer…
Si los ríos se detuvieran y dejaran de correr…
Si no sintiéramos el sol en nuestra piel…
Si el mundo fuera cuadrado…
Si dejáramos de anhelar…
Si dejáramos de soñar…
Si dejáramos de aspirar a más…
Sí… cada detalle es importante, aprendamos a valorar hasta lo más mínimo… que cuando las cosas no estén, ahí sí nos daremos cuenta
¡Nos vemos en la próxima aventura!
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