Por Romi Lambert
Desde que una es pequeña crece viendo películas en las cuales sus personajes son animales, entre esas la que creo que marcó a una generación a fuego por la forma como se dan los sucesos y que tiene de referencia Hamlet de Shakespeare, el Rey León. Todos sufrimos con la muerte de Mufasa, y seguimos a Simba en su viaje de crecimiento, bailamos con Timón y Pumba, nos costó entender en un inicio a Rafiki, pero ahora con el paso de los años sus palabras nos hacen sentido en lo profundo del corazón.
África, un continente lleno de diversidad, animales y naturaleza salvaje. Un continente que muchos han querido poseer, pero que nadie ha logrado dominar. Un lugar que desde que era niña he querido conocer, ya que posee lugares e historia que siempre he querido descubrir a fondo (como Egipto, Sudáfrica, Marruecos, entre otros).
Una semana después de volver de Amazonas con Salvaje Travel me contacté con Gaby para investigar y planificar una nueva aventura. En un minuto tenía todo listo, Kenia era el destino elegido. Se compraron los pasajes y quedó todo arreglado para una nueva aventura. Con todo confirmado los mensajes de rigor a Clara y Tere informando la decisión, y otra vez la cara de mi mamá mirándome y diciendo ¿ por qué tan lejos? (Amo a esa mujer).
Los días pasaron lentamente hasta que llegó el día en el que tenía que armar el bolso (siempre a última hora), ropa cómoda para un largo viaje, libro, iPad, audífonos y agenda (por acá alguien que todavía usa agenda de papel), la cámara que no puede faltar y mucha emoción en el corazón.
En el aeropuerto dejamos las molestas listas (la mía y una de ST con cosas para la escuela, un favor para mi Tere) y la primera buena noticia es que Gaby nos acompañaría a la aventura como una más del grupo.
Nos embarcamos y partimos al viaje, luego de muchas horas, escalas y un trámite interminable en el aeropuerto pasando por seguridad, llegamos a destino: Nairobi, nuestra primera parada dentro de Kenia.
Siendo muy tarde llegamos al hotel “The Boma” donde nos esperaban nuestras Guías, al verlas nos abrazamos calurosamente como cuando nos despedimos en Iquitos unos meses atrás. La alegría se sentía. Nos asignaron nuestras habitaciones, al entrar en ella solo pude sonreír, era hermosa, espaciosa y con una cama fenomenal, la cual amé apenas me arrojé en ella, la necesitaba. Mi roomie fue la mejor compañía en este viaje (Milla te adoro) nos entendimos desde el primer minuto, la coordinación, convivencia y día a día fue fácil, aunque tenía una capacidad enorme de desaparecer, tanto que le dije que parecía Ninja.
Ahora comienza una nueva temporada de “horarios Tere”, nos levantamos temprano a desayunar en el buffet del hotel que era fantástico, para todos los gustos y todas las edades.
Comenzó el viaje con una visita al centro de rescate de elefantes Sheldrick, donde conocimos su labor y los cuidados que entregan a los elefantes huérfanos a causa de la caza. Acá comenzó mi alegría, ya que los elefantes son mis animales favoritos en el mundo. El verlos de cerca comer, jugar en el barro bajo la llovizna fue emocionante. El lograr tocarlos y sentir su piel en las manos es una experiencia de una vez en la vida. Acá se puede adoptar a los elefantes con el fin de mantener los cuidados del centro de elefantes. Después de esta parada el viaje siguió hasta el centro de rescate de jirafas de Rothschild (las cuales se diferencian de las Masai en sus patitas) en donde logramos alimentarlas, acá existe todo un protocolo de ingreso que incluye no usar cremas, repelente y un lavado de maños exhaustivo. El sentirlas cerca y lograr unas fotos maravillosas fue el premio del día. Por la tarde fuimos de compras a un centro comercial para conseguir chips de celular, regalitos y provisiones para los días de safari, también aprovechamos para comprar insumos para el día de visita a la escuela.
Al día siguiente nos levantamos para dirigirnos a Amboseli, el viaje fue largo con paradas para el baño, compras de recuerdos hasta que llegamos a Kibo safari Camp, un hotel hermoso, donde cada habitación era una carpa estilo safari con todas las comodidades, áreas verdes extensas, piscina y un comedor hermoso para comer.
Por la tarde partimos a nuestro primer safari en el parque Amboseli, con nuestro Guía Simón, al lado de la puerta de ingreso vimos a nuestro primer elefante en estado salvaje, un ejemplar adulto magnífico, y algo tímido para su tamaño. El primer día nos entregó una visualización de varios ejemplares y sus manadas. Por la noche luego de pasar la emoción del primer safari nos tocó la primera cena oficial en la cual previamente nos presentamos y contamos los motivos que nos llevó a realizar el viaje. Las historias era diversas y nos emocionaban a medida que avanzábamos en los relatos, al fin y al cabo la conclusión es que todos ansiábamos conocer animales en estado de libertad. La cena fue emocionante y disfrutamos de un momento cálido y familiar.
Seguimos en Amboseli por un día más y después partimos a Maji Moto para comenzar nuestra experiencia con los Masai, llegamos a al lodge administrado por ellos y nos encontramos con una visual del valle fantástica, disfrutamos de un atardecer de película, por la noche compartimos al calor de una fogata historias , cantos y respondieron nuestras preguntas sobre su cultura.
Al día siguiente nos dirigimos a la escuela que Salvaje Travel tiene apadrinada, 300 niños de diferentes edades que comparten un espacio pequeño. Al conocerlos nos dimos cuenta que existen muchas necesidades y existe cierto abandono de partes de las autoridades. No obstante, ellos agradecidos de nuestra visita celebraron los pequeños regalos que llevamos, armamos las mochilas con materiales y se repartió zapatos a los niños que no tenían. Para nosotros una experiencia que llega a lo más profundo del alma, ya que muchas veces nos quejamos gratuitamente de cosas que nos pasan, en vez de disfrutar de lo que tenemos. Reímos, jugamos y compartimos con los niños.
Por la tarde realizamos la caminata con los Masai para nuestro camping nocturno en la cueva, bajo el sol de Kenia comenzamos a recorrer y aprender sobre la flora y fauna del lugar, también de las distintos tipos de rocas que componen el terreno (obsidiana, cuarzo, etc). Al llegar a destino comenzamos a aprender cómo hacer fuego y a encender las fogatas, escuchamos nuevas canciones y nos enseñaron a bailar. También comenzaron a explicarnos qué significaban los colores de las Shukas (manto tradicional Masai) y nos regalaron a cada uno una shuka distinta. Ese lugar nos regaló una hermosa noche estrellada con una cena deliciosa cocinada al fuego de la fogata, nos fuimos a descansar y solo recuerdo que más o menos a las 3 am mientras todos descansaban me desperté y observe un cielo iluminado por la luz de la luna, fue una visual única que no pude evitar inmortalizar con el celular.
Al día siguiente nos levantamos temprano, desayunamos y caminamos de regreso al Lodge. Durante esa mañana conocimos 2 bomas Masai, una perteneciente a Joyce (amiga de Tere y Clarita de viajes anteriores), pudimos disfrutar de la compañía de su familia y conocer más de la cultura de ellos. Cada casa es construida por la mujer de la familia, un espacio pequeño, cerrado y sin grandes cosas que en nuestros hogares son comunes, pero que es la protección para cada familia de la tribu. Esta experiencia terminó con una reunión con todos los Masai que nos acompañaron en esta etapa y que nos regalaron antes de dejarlos nuestro nombre Masai. En conjunto a nuestra Tere y Clari eligieron aquel que se adaptaba a nuestro comportamiento o característica. En mi caso el nombre que recibí fue “Enkoiboni” que significa Curandera, y por lo que ellos me explicaron es por alguien que dentro de la comunidad cuida y cura, algo muy importante y central en el funcionamiento de las tribus.
Por la tarde nos dirigimos a nuestro nuevo destino y donde tendríamos una de las experiencias de una vez en la vida en Masai Mara. En ese parque, además de safaris realizamos vuelo en globo aerostático al amanecer, en el cual visualizamos diversos animales y compartimos con el capitán del globo: Manie. Él nos regaló un vuelo tranquilo y lleno de postales para el recuerdo. Al finalizar el vuelo celebramos con un desayuno en medio de la sabana de Kenia.
Nuestra estadía en Masai Mara estuvo a cargo de Zebra safari Camp, en el cual en su zona central contábamos con un espacio para el descanso y la observación de hermosos atardeceres del lugar. Allí celebramos cumpleaños, descansamos y disfrutamos de unos días de safari.
Ya comenzábamos a acercarnos al final del viaje, y teníamos que abandonar Zebra para ir a nuestro nuevo hotel en Lago Naivasha, “the Sopa Lodge”. Luego de un viaje largo, llego el momento de despedirnos de los guías que nos acompañaron cada día desde que llegamos a Kenia, en mi caso, Simón fue como un padre que cuidaba de cada una de las que iba en el jeep, preocupado de cada una de nuestras necesidades y de sacarnos una sonrisa con sus bromas y chistes, siento que como grupo logramos conocer parte de su vida, y compartir algo de su experiencia y conocimiento. La despedida fue triste pero llena de amor, con promesa de volver algún día para recorrer nuevos rincones de Kenia. Ya dentro de Sopa Lodge nos dimos cuenta que llegamos a un lugar que parecía sacado de una película, un espacio lleno de naturaleza y animales que pastaban libremente al borde del lago, cada habitación un lujo de sólo entrar y que en cada terraza llegaba a una zona central donde se podía descansar, recorrer o simplemente observar cebras. Lo primero que hice fue conocer la piscina donde encontré descanso y relajación hasta que comenzó a llover y nos indicaron salir. Al día siguiente nos levantamos para ir al Hells Gate a nuestro recorrido en bicicleta, un hermoso sol nos acompañó pero en el ambiente sentimos que ya cada vez nos quedaba menos en estas tierras salvajes, risas no faltaron como tampoco caídas, recolección de piedras y fotografía de animales en su hábitat, al volver a Sopa volvimos a refrescarnos en la piscina hasta el almuerzo para en la tarde ir a navegar al Lago donde visualizamos muchas aves e hipopótamos.
Por la noche tocó la última cena como grupo, un momento emotivo ya que fue donde pudimos agradecer y donde nuestro team Salvaje nos regaló unas emotivas palabras y un presente que nos haga recordar nuestro viaje. Nos convertimos en una manada simbolizada por los elefantes y aceptamos que ya nunca más estaríamos solos, si no que a pesar de las distancias tenemos una familia.
Al día de hoy no hay momento donde recuerde algún detalle del viaje, siguiendo el consejo de un conocido, tengo una de mis fotos favoritas como fondo de pantalla del celular con el fin de visualizar lo que quiero a futuro, es motivación.
Extraño a cada una del Jeep, a Simón, al resto del grupo, a mi team Salvaje.
Este viaje despertó una faceta que pensé estaba dormida, y me motivó a realizar nuevas actividades para desarrollar otras áreas de mi vida. Me regaló un nuevo grupo de amigos con los cuales seguimos en contacto mediante una foto, un comentario o mensajito. Reforzó mi lado más rebelde y salvaje, el cual quiere seguir conociendo los lugares más recónditos de este planeta e inmortalizarlos con mi cámara.
Solo quedan palabras de agradecimiento a cada persona que me acompañó en este viaje ya sea en la organización, dándome ánimos o esperándome al regreso para que les contara mi aventura salvaje. Ahora solo queda ver que nos depara el futuro y que nuevo destino elegiré junto a Salvaje Travel.
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