Partí entre nervios, emociones y ansias a Kenia. Me aventuré a un viaje empaquetado, quizás no con tanta costumbre de aceptar un itinerario ya establecido.
Los primeros días de safari anunciaban que el viaje seria mágico. Cada animal visto fue como sentir que eras Simba viviendo tu propio Hakuna Matata.
Conversaciones, risas, aprender de la flora y fauna, vibrar en el jeep en busca de ese animal, sentir y entender a elefantes, cebras, guepardos, aves en su hábitat son cosas que se siente incluso después de 1 mes y medio que ha pasado desde finalizar el viaje.
Esto se complementa con el equipo de Salvaje Travel que se preocupa y ocupa de todos los detalles: desde la Gaby con lo previo, Romi con los vuelos, Simon y Eric como guías locales y el complemento perfecto entre la Tere y Clari que te hacen sentir en casa.
La experiencia de estar con la comunidad Masai me hizo reflexionar acerca de las distintas formas y visiones de vivir pero también lo iguales que somos con cosas tan simples como una sonrisa y abrazos sin hablar el mismo idioma.
Entre la emoción y sintonía que sentí en Kenia, me aventuré a Zanzibar. Un viaje 180° grados distinto y una combinación perfecta para descansar y conectar con la tranquilidad del mar.
Agradezco al grupo humano de ambos viajes que hasta la fecha seguimos juntándonos porque a todos de alguna u otra forma nos cambió y nos une esos recuerdos. No paramos de comentar el viaje e imaginar otro viaje todos.
Gracias Salvaje Travel por hacer de esto mucho más que una simple aventura y gracias a cada uno de los viajeros que hicieron de esto mucho más que unas simples vacaciones.
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